Destruido regularmente por los terremotos, casi siempre ha sido restaurado a su estilo original. Su impresionante fachada de tosco sillar domina toda una parte de la Plaza de Armas, así como dos altas torres blancas. Las enormes puertas de madera por sí solas valen la pena el desvío. El interior es más bien mediocre, su principal interés radica en la increíble fachada, que es inmensamente blanca. Pequeña curiosidad, es una de las raras iglesias autorizadas a izar la bandera del Vaticano.